Taruso' Murci, cuando pasión y brega se traducen en gol

Interpretar y concebir el fútbol como un simple deporte es una lectura errónea o, cuanto menos insuficiente, para entender en toda su magnitud la grandeza que encierra en su persona David Murciego Fernández, 'Murci'. Como lo es, de igual manera, ceñirse únicamente a sus cifras goleadoras, por otra parte boyantes y contundentes una temporada tras otra, a pesar de que su idilio con el gol es sin duda su mejor carta de presentación. 

Porque 'Taruso', su apelativo de estilete goleador que le viene de familia allá por las frías pero campechanas tierras de León, es mucho más que un trotamundos del gol. Si bien es cierto que se ha pasado su carrera profanando incansablemente y sin atisbo alguno de piedad las porterías de toda la geografía nacional por los campos de Tercera, el arte de depositar el cuero en las mallas del oponente es únicamente una suerte más en su amplio abanico de virtudes.

Su tenacidad y brega, incansable durante los noventa minutos, son algunas de las claves que alimentan su alto redimiendo. Su aliento es constante en el cogote de las zagas rivales con la única meta de vencer en la disputa de cada balón. Su entrega, cuando vienen mal dadas, es un revulsivo para unos compañeros a los que arenga e insufla ánimos en momento oscuros. Sus maneras de delantero a la vieja usanza adornan cada uno de sus movimientos y le permiten intentar recoger cada balón, caiga desde el aire o ruede por el piso, para culminar cada acción con el único final posible e imaginable. Un hombre de gol, de equipo, un delantero de los de antaño alejado de las ínfulas del fútbol moderno que hoy viste con las puras y nobles listas blancas y azules que maridan gráciles para confeccionar la zamarra de nuestro CF Talavera. 

Alegría y regocijo para los que cada semana acuden a poblar las gradas de El Prado incluidos aquellos que meses atrás, como Tomás Apostol, permanecían incrédulos y no han abierto los ojos hasta que han metido el dedo en la llaga. Un acto por entonces de fe que se ha hecho carne y habitó entre nosotros. Ya nadie pide banqueta desde el púlpito ni se masculla el chascarrillo fácil. Los caminos del Señor son inescrutables. 

Por todo lo expuesto y, por mucho más, es el momento de disfrutar de un delantero como hace años no se había visto por unas tierras que han acogido a celebridades del área como Quini, Edu Espada o Estecha. Los éxitos de Murci son también los del equipo y de los que prestan su aliento en el feudo cerámico. Una feliz racha que anhelamos contribuya a un ansiado ascenso a Segunda B que bien se podría celebrar paladeando un suculento cochinillo regado, a los postres, con un exquisito escocés. Amigos, afinen sus gargantas para cantar su siguiente tanto.

 Murci alé.

Y como estabamos acostumbrados unos vídeos: